Junto a este árbol caía Txiki una madrugada del 27 de septiembre de 1975 en Cerdanyola, Barcelona. Mientras las balas fascistas atravesaban su cuerpo no dejó de cantar hasta su último aliento el Euskadi Gudariak. La dictadura se llevó su vida pero no su compromiso, su dignidad y su esperanza, que late en el corazón de quienes vivieron aquellas horas como unas de las más largas y negras.
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